Friday, August 31, 2012

Daniel Chavarría presenta disco de Tanmy: La voz del Hudson



Cubierta del disco “Tanmy, niña traviesa”.
Cubierta del disco “Tanmy, niña traviesa”.
En 1962 yo vivía en Buenos Aires, y al estallar la Crisis de Octubre tuve el delirio onírico más polícromo y ominoso de mi existencia: me soñé remando en un bote por el río Hudson, mientras un nutrido bombardeo destruía la ciudad de Nueva York; pero los estruendosos estallidos y derrumbes se oían en sordina, acallados por una ubicua voz de mujer joven que cantaba himnos anunciadores del Juicio Final. Eran jubilosos cánticos de alabanza a la justicia divina y al inicio de la verdadera vida; eran llantos de gratitud por la vista anticipada, entre bombas, llamaradas y rascacielos en caída, del prometido Reino de los Cielos. La voz,  afinadísima pero emitida sin impostación, no sólo cantaba, gemía, reía, susurraba o gritaba, sino que se manifestaba con la sencilla diafanidad del habla; y yo la recibía como fogonazos de luz alentadora.
Esa misma voz pura y simple, sin solemnidades, captó mi atención medio siglo después en un programa de la TV cubana donde de inmediato reconocí a Tanmy, una amiga de mis hijos, a quien yo conocía, pero sólo como violinista. Aquel programa me informó de su reciente triunfo en el Premio Ojalá 2010, por musicalizar un poemario de Rubén Martínez Villena; y supe también que muy pronto se lanzaría ese primer disco suyo, donde debutara como cantante y en parte acompañada por Silvio con su magistral segunda.
Y como ella era nacida más de 20 años después de aquel sueño apocalíptico que yo nunca olvidé, de inmediato la llamé por teléfono para pedirle que viniera con su violín a cantar en mi casa. Había descubierto a mi ideal de cantante por la que yo esperara tantos años.
Tanmy no usaba impostación ni la severa preceptiva del gran arte lírico. Era canto, sí, y bellísimo, pero con las sonoridades y cadencias del habla articulada por una joven cubana de nuestro tiempo. Yo he disfrutado de muy disímiles timbres: Carlos Gardel, Mercedes Sosa, Marian Anderson, Elena Burke, Alfredo Zitarrosa, Paul Robson, pero ninguno se acercó tanto al que diera fondo musical a mi delirio sobre el Hudson.
Pese a no ser musicólogo, he querido contribuir a la presentación de este segundo CD de Tanmy, que en realidad es el primero de su autoría total, y se llama Tanmy, niña traviesa. Aparte de original, el título me huele a muy sincero y autobiográfico; y como escritor y un poco como esteta, quiero entrometerme para afirmar con total convicción, que estamos en presencia de una artista destinada a hacer época en la música de Cuba.
Además de la fascinación vocal y sus virtudes poéticas, Tanmy nos regala también sus violines y los coros, grabados por ella misma uno a uno, como la música de cámara. De otra parte, la compositora reitera en este disco la variedad genérica que ya exhibiera en el primero, donde alterna el son cubano predominante, con danzón, reggae, contradanza, tango, guajira y otros. El tema unitario del repertorio en este disco son las tribulaciones del amor, los desencuentros, cobardías, mezquindades, y los aleluyas por el ideal encontrado tras larga espera. Son tópicos frecuentes en la temática musical de casi todos los géneros de Latinoamérica, pero como lúcida hija de su país y de su tiempo, Tanmy no incurre en ninguna de las viciosas herencias del subdesarrollo que lastran en gran parte las letras de nuestro continente con el estigma de la falsa poesía, el machismo, la humillante sumisión de la mujer avasallada, la sexualidad barata, y otras concesiones al mal gusto orillero disfrazado de realismo o identidad nacional.
Bravo, muchacha; y ojalá nunca te abandonen los duendes que te incuban.

Vea

Tema “Cambios”, interpretado por Tanmy López Moreno. Pertenece al disco “Tanmy, niña traviesa”, de próxima aparición por la disquera Bis music. Video realizado por Nelson Navarro.
(Tomado de La pupila insomne)

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