Monday, November 19, 2012

No cambio mi oficio por nada


PASTOR BATISTA VALDÉS
Foto del autor.MAJIBACOA, Las Tunas.—Como Idel-fonso Guerrero Pérez, obrero de casco bien ajustado, herramienta en ristre e inquebrantable voluntad, hay miles en toda Cuba. Hombres así —y mujeres no menos consagradas—, aparentemente imperceptibles o anónimos, sostienen la producción de importantes procesos tecnológicos.
Las miradas del poblado conocido como Vivienda (núcleo fundamental del central Majibacoa) ya se ha habituado a verlo bajo el prisma de lo cotidiano que es dirigirse temprano hacia su puesto de trabajo, permanecer allí el tiempo necesario, dominar hasta los más mínimos detalles de su oficio de electricista y, desde su condición, resolver cuanto problema surja antes, durante o después de la zafra.
"Trabajo aquí desde 1991 —explica—, luego de terminar la escuela técnica de electricidad, a la cual entré gracias a la posibilidad que me dio este mismo central, y créeme que al cabo de todos estos años no me imagino en otro lugar. La planta eléctrica es como mi propia casa y las centrífugas, como mis hijas.
"No es un oficio fácil, demanda gran responsabilidad, cuidado, disciplina y precaución, pero cuando a una persona le gusta lo que hace y domina su trabajo, no hay nada a qué temerle.
"Tengo origen campesino. Yo hubiera podido trabajar la tierra, pero desde niño soñaba con la electricidad. Recuerdo que cuando estudié en la secundaria básica ya solucionaba problemas en las instalaciones de la casa".
Tal vez por eso, en medio del intenso ajetreo dentro de la industria, siempre halla tiempo para escuchar preocupaciones o sugerencias, para mantener impecablemente limpia y organizada su área de trabajo o para cooperar en lo que sea preciso con el aula anexa que funciona allí, con vistas a una mejor formación de jóvenes que estudian en la enseñanza técnico-profesional.
"Tengo un sobrino interesado en aprender este oficio y no le quito la idea; todo lo contrario, si le gusta de verdad lo ayudaré. El país necesita brazos que produzcan en todas las ramas de la economía".
—¿Es cierto que tuviste guardado un regulador durante años?Una leve sonrisa precede a la respuesta que confirma su dedicación y perseverancia: "Sí, lo conservé desde 1994 para cuando hiciera falta y ese momento llegó el 2 de enero de este año. Ahí está, instalado junto a otros dos para mejorar el funcionamiento de los turbos".
Idelfonso Guerrero prefiere no hablar de lo que algunos quizás presumirían. En todo caso, disfruta realizar su labor, ama la condición de obrero que nunca quiso cambiar por otra, ni siquiera cuando por una necesidad del centro asumió la jefatura de la planta durante cierto tiempo.
"Hago lo que sea necesario —reitera—, ayudo en lo que me pidan, pero no cambio por nada mis herramientas de trabajo".

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